A PROPÓSITO DE UNA MUERTE (OSCURA)
“…el sacrificio
significa que, en
el objeto de
nuestros deseos,
intentamos encontrar el
testimonio
de la presencia del deseo de ese
Otro
que llamo aquí el Dios oscuro.”
J.
Lacan
La
afirmación hecha por Matías Dominguez en su último escrito
respecto del discurso como estructura del lazo social, implicando
una ética y una estética, me parece sumamente pertinente al menos
para reflexionar cuál es el sesgo que una determinada comunidad,
sociedad, etc puede tomar en función de esos parámetros.
Paralelamente a este escrito escuché a alguien que apareció dando
un reportaje televisivo diciendo a propósito de la escalada de
violencia, recalcando lo mal que estamos y que en otros tiempos
simplemente alguna autoridad venía te pedía muy amablemente los
documentos y ahí terminaba todo, era el ideal del órden, de la
seguridad de la patria.
Cuando
lacan se refiere a fenómenos como el nazismo, podemos poner en
escala a la cuestión de los desaparecidos en Argentina. Lacan dice:
“…que son muy pocos los sujetos que pueden no sucumbir, en una
captura monstruosa, ante la ofrenda de un objeto de sacrificio a los
dioses oscuros…” (1)
Lacan
decía que en relación a la fascinación del sacrificio del
neurótico ante los dioses oscuros, era interesante que las mismas
víctimas en un campo de concentración hicieran una distinción: los
que estaban sometidos a la voluntad del Otro, muertos como sujetos, y
los que aún habiendo perdido toda dignidad humana, se seguían
sosteniendo como sujetos.
Las
situaciones de extrema precariedad en las que no hay reconocimiento
del sujeto y donde los lazos sociales se quiebran, queda a expensas
de la captura por el discurso del poder que aterra y fascina al
mismo tiempo. El Poder político al igual que la transferencia,
anuda amor, terror y creencia, fuera de una ética termina siendo
desvastador, con lo cual todos aquellos tratados como deshechos
a eliminar, les quedaba solamente como posibilidad de identificación
aquello que tiene una dimensión mortal, la identificación con un
Otro.
En
nuestro país, la desaparición de personas no fue solamente
una maniobra represiva, que se dirigió a aquellos militantes
“terroristas”, al margen de todo esto, se instaló una suerte
de terror cuyo producto principal fue el silencio. Un slogan que
caracterizaba a la época era: “el silencio es salud”.
El
dictador decía en un discurso: "No están ni vivos, ni
muertos”, describía una suerte de limbo, donde no había nada de
que hablar, el discurso en el que se rechaza la palabra y el
lenguaje necesariamente invita una ética y una estética muy
peculiar, no existe posibilidad de identificación en el sentido del
reconocimiento, es la animalidad que dispara la psicosis o en todo
caso lo insoportable del pasaje al acto.
Marcelo Esmoris
Buenos Aires, 18 de Mayo de 2013
1)
J. Lacan Sem. 11 los cuatro conceptos fundamentales del psicoanális
No hay comentarios:
Publicar un comentario